Jesús observa los escribas y la viuda pobre. Y se da cuenta que detrás de sus actos hay unas actitudes y, en el fondo, una opción fundamental.
Los primeros viven centrados en ellos mismos. Ella, en cambio, ha optado por una vida descentrada de ella misma y para ofrecerla. Da todo lo que tiene -bien poco- a fin de que el Templo, institución capital para su pueblo disponga de los recursos necesarios, y que la historia de amor de Dios con la humanidad vaya adelante.
Los escribas caen en la vanagloria -en la autorefencialidad y la mundanidad espiritual, diría Francisco. La viuda actúa con humildad.
Los creyentes que hacen como ella suscitan la admiración del Papa, que destaca (en EG 76) el “bello ejemplo” que encuentra en tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría”.
Josep Casellas, en "La Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 11/11/2018