15 de abril de 2008, a las 11:00 de la mañana
Esta es la última de las visitas programadas antes de la finalización del curso 2007-2008. Tiene lugar enteramente en la población de L’Escala.
El punto de encuentro es el Paseo, frente al Clos del Pastor, nombre que recibe el jardín anejo a la finca Solitud, donde nos recibe el señor Lluís Albert, artífice y custodio del Museo-archivo que ostenta el nombre de su tía, la escritora Caterina Albert i Paradís, que nació y murió en l’Escala (1869-1966), más conocida como Víctor Català, pseudónimo con el que firmaba sus obras. El señor Albert nos introduce en la finca, que evoca la obra más universalmente conocida de la escritora: el nombre de la casa corresponde al título de su novela Solitud (Soledad), publicada en el año 1905, y el Pastor es uno de sus personajes más significativos. Asimismo, el estilo modernista de todo el recinto nos sumerge en este movimiento artístico y literario de principios del siglo XX, en el cual la obra de Víctor Català tiene un lugar preeminente.
Un muro ondulado en su parte superior separa el Clos del Pastor del Paseo. Componen el jardín un pequeño estanque y unos bancos de piedra de formas redondeadas. En la pared opuesta al mar, sobre mármol blanco, se lee un poema de la escritora coronado con la inscripción “Laurus Víctor Català”, bajo los cuales una pila decorada con una greca de mosaico azul recoge el agua de una fuente que mana sin cesar. Tres significativas esculturas comparten el lugar: sobre una columna, un busto del poeta griego Homero; a la derecha, entre la vegetación, una reproducción de la escultura de Josep Llimona L’espinari, (El espinario), representando a un joven extrayéndose una espina del pie. El señor Albert hace notar las marcas de bala de esta escultura y explica su causa a los asistentes: durante la Guerra Civil la finca fue incautada y los soldados le disparaban como pasatiempo. En un lugar elevado destaca un busto de Víctor Català, encargado por el señor Albert al escultor Frederic Marès. Todo queda rodeado de vegetación de hoja perenne, y el verdor de los cipreses, los evónimos y las adelfas contrasta con el tono rojizo del pavimento de ladrillos y de las tejas del edificio de una sola planta que, en el extremo del jardín, acoge el Museo-archivo.
Su entrada es una puerta de arco de medio punto, que da acceso a un salón rectangular. Frente a la puerta, una abertura igualmente terminada en arco redondo permite el paso a una pequeña recámara que rompe la regularidad de la estancia y le da perspectiva. Las ventanas, de vidrieras de diferentes colores, permiten el paso de la luz impregnando todo el interior con una especial luminosidad. A mano derecha se reproduce fotográficamente con notable verosimilitud una de las paredes del estudio que Caterina Albert tenía en la casa solariega de la calle Enric Serra, de la misma población. A lo largo del salón, varios plafones inclinados muestran infinidad de documentos relacionados con la escritora: fotografías, notas de prensa, programas de representaciones teatrales, artículos, dedicatorias, necrológicas, etc. Cuadros y vitrinas cubren las paredes. Las pinturas y los dibujos nos descubren la vertiente artística de Caterina Albert, de quien su sobrino Lluís dice que probablemente el éxito literario le impidió más dedicación a las artes plásticas, en las cuales habría podido tener también un lugar sobresaliente. Son destacables el conjunto de autorretratos, realizados con diversas técnicas, los dibujos de paisajes marineros, así como los bodegones. En las vitrinas se muestran los ejemplares de las ediciones de sus obras, que incluyen algunas de las traducciones a varias lenguas, así como libros de su biblioteca personal y una colección de pequeños objetos de la época grecorromana que ella misma recogió en el yacimiento d’Empúries.
Desde un extremo del salón, se divisa un altillo en el que se exponen tres retratos. Lo completan una pequeña mesa de madera y un armario que guarda la extensa documentación de la escritora, objeto de interés para los especialistas. Como ejemplo, Lluís Albert lee en voz alta un fragmento de una carta del conseller de Cultura de la Generalitat de los años treinta, Ventura Gassol, dirigida a Caterina Albert, en la que le comenta la complicada situación del país en aquel entonces.
Lluís Albert manifiesta la admiración que siente por su tía, de quien resalta la bondad y afabilidad, una personalidad totalmente alejada de los torturados personajes de sus obras. Afirma que si bien los paisajes y escenarios en los que se inspiró son reales, su pluma de escritora los magnificó y cambió sus nombres.
Finalizada la visita al Museo-archivo, nos dirigimos al Centre Esportiu i Recreatiu de l’Escala, donde se proyecta un documental en el que aparece Caterina Albert, ya de avanzada edad, seguido de la manifestación de duelo que constituyó el acto de su entierro, durante el cual toda la música que se interpretó es de su sobrino Lluís Albert, nuestro guía en esta visita, que ha dedicado su vida a la composición y a la musicología. Un segundo documental, del año 1969, resume los actos con los que la población de L’Escala conmemoró el centenario del nacimiento de la escritora.
El último acto de la visita cultural tiene lugar en el Cementerio Marinero de l’Escala, conocido también como Cementiri Vell, (Cementerio Viejo), frente a la tumba de Caterina Albert. Después de la ofrenda floral y el rezo del padrenuestro, algunos asistentes recitan poemas de la escritora. Lluís Albert añade que en breve se publicará su poemario completo, ya que si bien su tía es célebre por su narrativa, escribió poesía y teatro de gran calidad, dignos de ser divulgados.
Ha sido un placer conocer mejor la personalidad y el talento extraordinario de Víctor Català de la mano de su sobrino y heredero Lluís Albert, a quien debemos manifestar nuestro agradecimiento.
La actividad finaliza con una comida en el restaurante Navili, del Port de la Clota, de l’Escala.
(Texto de Rosa María Badía, componente de la Agrupación "Amics de la Parròquia".)
He aquí unas fotografías de la visita: