Fui al Hospital del Señor para una revisión de rutina. Me hizo ver que estaba enfermo.
- Cuando Jesús me tomó la presión vio que estaba bajo de ternura.
- La temperatura registraba 40º de egoísmo.
- Me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico dictaminó que necesitaba algunos "by-pass" de amor, porque mis venas estaban bloqueadas y no irrigaban suficientemente mi corazón vacío.
- Fui a la ortopedia: no podía caminar al lado de mi hermano y tampoco podía abrazarlo, porque se había fracturado la pierna y el brazo, bajo el peso de mi orgullo.
- Constataron que sufría de una fuerte miopía, que no me dejaba ver más allá de las apariencias.
Gracias, Señor, porque tus consultas son gratuitas y no se hacen esperar.
Prometo que, al salir de aquí utilizaré los remedios naturales que propones en el Evangelio:
- Por la mañana, beber un baso de agradecimiento.
- Cuando llegue al trabajo, me tomaré una buena cucharada de buenos días.
- Cada hora, una pastilla de paciencia.
- Cada día, cuando vuelva a casa, aceptaré unas inyecciones de amor.
- Y, cuando me acueste, me tranquilizaré con dos pastillas de conciencia tranquila.
Suplemento de “El Full Parroquial”, Carme/Mercadal, Diócesis Girona, 05/06/19