CONECTADOS CON EL CIELO

 
Jesús,
con tu Ascensión al cielo
y tu retorno a la casa del Padre,
nos abres un camino de esperanza
y nos dices que es el camino que todos
tendremos que seguir, cuando se nos acabe
la etapa de nuestra vida en la tierra.
 
Esto  me hace vivir en un estado de espera
y me invita a mirar las cosas de la tierra
como realidades pasajeras y caducas.
Son unas realidades que me pueden ser muy útiles
y me pueden ayudar a hacer el bien y a ser feliz,
pero que no me pueden asegurar
una vida y una felicidad para siempre.
 
Así comprendo mejor
que la mayor riqueza es la persona,
la mía y la de los demás.
Está marcada con el sello del Espíritu
y tiene una capacidad infinita de vida y de amor,
porque está hecha a imagen de Dios
y está llamada a vivir para siempre con él.
 
(Lc 24, 46-53)