A las 5 de la tarde:

Memorial de la Pasión del Señor

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COMENTARIO:

El descenso de la cruz

Hoy, la cruz de Jesús es el centro de todo. Con dolor, pero más todavía con admiración y con agradecimiento, nos acercamos a él y afirmamos nuestra fe en él. Porque de la cruz de Jesús, de su amor inmenso, brota vida inagotable para toda la humanidad.

Miremos al que levantaron en la cruz. Miremos a Jesús, al hombre que pasó su vida haciendo el bien. Miremos al Hijo de Dios, destrozado y ensangrentado, crucificado por nosotros. Mirémoslo, sí, pero con los ojos del corazón, con los ojos del amor, con los ojos de su madre.

Miremos y empecemos a subir la escalera que conduce por la cruz a la puerta del cielo. La escalera del descenso de Jesús de la cruz.

Como aquel primer Viernes Santo cuando Nicodemo y José de Arimatea bajaron a Jesús de la cruz y lo entregaron a su madre Maria.

Este Viernes Santo de 2011 es más Viernes Santo que nunca para nosotros. Año de guerras, de destrucción y muerte, los cimientos de la tierra han crujido y la humanidad se ha estremecido, y contemplamos la negrura del corazón humano.

Y Jesús, el justo, ajusticiado y crucificado. Este Cristo, humillado y obediente, escándalo para unos y locura para muchos, este Cristo y su cruz son el camino para heredar la gloria.

Este Cristo no es una reliquia del pasado, es presencia diaria y eterna en medio de su pueblo.

Miremos todos al Señor. No son los claves los que hacen que esté en la cruz clavado. Es el amor por ti, el amor por todos nosotros, y sólo el amor es el que hace que Cristo no baje de la cruz.

Miramos al que traspasaron, es Jesús. No tiene doble. Es Él. No hay otra cruz, otro amor que pueda salvar. Estos días miramos y miramos, pero sobre todo pidámosle que nos mire él, que nos ame él, que nos ayude con su gracia a caminar hasta llegar a su corazón.

Su madre, lo tuvo sin vida en sus brazos.  Murió para darnos Vida a nosotros.

María, al pie de la cruz, nos ofrece a todos recibir a su hijo para hacerlo nuestro hermano.