A las 5 de la tarde: 

*Memorial de la Pasión del Señor

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COMENTARIO: 

Ecce Homo. He aquí el Hombre

La pasión de nuestro Señor Jesucristo es el centro de la liturgia de este día. Si el silencia es siempre necesario en las asambleas comunitarias, hoy lo es de una manera especial. Hay que escuchar el relato, según San Juan, de las últimas horas de la vida de Jesús, pidiendo antes al Espíritu Santo, con corazón contrito, que nos conceda la dádiva de la contemplación.

Para poder vivir con El, pasos a paso, este misterio de dolor y de muerte, que cada palabra sea guardada con amor; que cada gesto sea allegado con veneración; que cada mirada sea acogida con adoración; que cada silencio sacuda todo nuestro ser y nos transforme en apóstoles del evangelio. Que su entrega halle en nuestro corazón una respuesta generosa, fiel y confiada; que sus sentimientos sean nuestros sentimientos; que su deseo de perdón sea también el nuestro. Y, sobretodo, que su confianza con el Padre sea nuestra confianza: cuando nos asalta la aflicción y nos parece todo perdido, y gustamos el polvo de los fracasos, y las noches oscuras nos invaden, y las injusticias nos abruman, y la cruz se hace insoportable. Que nuestra plegaria sea: Padre, confío en vuestro amor!

Que durante nuestra contemplación, mirando la cruz de Cristo, sepamos ver y confortar a todos aquellos hermanos nuestros que viven instalados permanentemente en su viernes santo particular: padres desesperados, sin trabajo; enfermos crónicos, sin remedio ni esperanza; hogares rotos por desamor; hijos abandonados, víctimas de la violencia; ancianos recluidos en la indiferencia y el olvido; encarcelados, víctimas de unas condiciones de vida inhumanas; y tantos hijos vuestros, anegados en un mar de dolor y de lágrimas. Impotentes, ponemos todo este dolor en vuestras manos, Señor.