Una niña iraquí acaba de perder la madre debido a la guerra. La llevan a un internado para huérfanos.
Siente tanta añoranza de su madre que dibuja en el suelo del patio su silueta. Después se coloca encogida en el centro del dibujo, dentro del cuerpo de su madre.
La niña, siendo oriental, sabe que cuando se entra en un ligar sagrado se dejan en la puerta las sandalias en señal de respeto.
Y es lo que hace la niña, considerando que el cuerpo de la madre es algo sagrado, un templo y su refugio.
Del “Suplemento Parroquias del Carmen / Mercadal”, de la Diócesis de Girona, 11/24/19