HABLAR COMO JESÚS

 

La palabra de Jesús, para nosotros, cristianos, es la Palabra de Dios. No hay ninguna distinción. La misión de Jesús, el Hijo del Padre, es la de llevarnos su Palabra. Después de Jesús ya no podemos decir que no sabemos lo que quiere Dios de nosotros. Al contrario, lo sabemos bien. Y en el Padrenuestro pedimos que se haga su voluntad más que la nuestra.

Los estudiosos del Nuevo Testamento señalan que en el hablar de Jesús, como también lo harán sus discípulos después de la Resurrección, tiene dos grandes intenciones: el anuncio y la denuncia. La mayoría de las palabras de Jesús en sus discursos, en las parábolas y en sus proverbios son para anunciar el Reino de Dios. Este es el centro de su predicación. Un buen ejemplo son las Bienaventuranzas.

Pero Jesús también hará una serie de denuncias de la realidad de explotación religiosa que vivía la gente bajo el dominio de los fariseos, escribas y dirigentes del pueblo. La denuncia del poder y del control de las conciencias es una constante en Jesús que, si nos fijamos bien en los evangelios, vemos que es lo que le condujo hasta la condena de muerte en la cruz.

En nosotros, como en Jesús, incluso en la ausencia de palabras, en el silencio, hay comunicación. Por eso tienen tanta fuerza los silencios de Jesús durante los interrogatorios de la Pasión. Incluso pusieron nerviosos a los interrogadores. Lo que sí que no tiene espacio en la vida de Jesús es el hablar por hablar, la palabrería o el chisme.


 

Francesc Romeu, cura y periodista, en “La Hoja Parroquial”, Diócesis Girona, 11/12/2018