Jesús Resucitado,
alimento de vida partido y
repartido para nosotros,
danos ese coraje
que hizo enderezar
los discípulos y que los impulsó
a construir una comunidad
acogedora y abierta al mundo.
Que la fuerza de la Pascua
se manifieste en nuestra
transparencia personal,
en la alegría de nuestra fe,
en nuestra manera de amar,
de escuchar y atender a las personas,
en una oración personalizada
y llena de confianza,
capaz de irnos transformando
día a día en mejores discípulos.
Amén.