Tenemos la piel dura, Señor. Hemos heredado el contacto del mazo y el yunque.

Hacemos olor de los cascos de los caballos que quemaron los tres herreros de las alegrías.

Son rojas de estar al lado de la fragua, esperando el rojo vivo de la reja.

Hemos aguantado la pipa, hemos cogido el martillo, hemos apretado, crispadas, un puñado de tierra de Montcada cuando el cuerpo cayó en el fosar, roto a trizas el cráneo por las balas.

Hemos arrullado las ancas de los potros y las yeguas.

Hemos pecado muchas, muchas veces!

Hemos conducido la carreta al prado de las “Salanques”.

Hemos ordeñado las cabras, hemos tocado todas las piedras de “cal Cama gros” de Aransa.

Hemos dejado el sudor en el aparato del teléfono.

Nos hemos pinchado con la aguja, cuando todos dormían y los vestidos no eran terminados todavía.

Hemos tocado la sartén, la cazuela, los ajos, las cebollas, la mano de mortero.

Hemos ... hemos hecho tantas otras cosas que Tú sabes, Señor.

¿Por qué, pues, nos queréis ungir?

¿Por qué, Señor, nos elegís para bendecir y para consagrar?

¿Por qué, si son ásperas, cuadradas, sucias de tantas cosas?

¿Por qué queréis que nos vengan a besar, si todo el mundo se dará cuenta de que son manos de un herrero, de un telefonista, de un campesino? ¿Por qué estoy aquí, Señor?

¿Por qué no os basta del pesebre de Belén, del cepillo de Nazaret, del martirio del Calvario?

¿Por qué deseáis oír cada mañana los olores de los prados de Aransa, asperezas de mazo, la tierra sangrienta de un 3 de diciembre en Montcada?

¿Por qué, Señor, por qué?

- Dignaos, Señor, consagrar y santificar esas manos por la unción y bendición

vuestra, para que todo lo que bendigan quede bendecido y todo lo que consagren

quede consagrado y santificado en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Gracias, Señor.

(Mn. Modest Prats y Domingo, en su ordenación de presbítero el 8 de marzo de 1959 y en el recordatorio de su muerte el 29 de marzo de 2014. Oración memorable publicada en el volumen "Homilías de Medinyà" por la Editorial Empúries).