DOMINGO II DE ADVIENTO
Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.
Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.
La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.
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COMENTARIO:
El Señor no quiere que nadie se pierda
Al comenzar cada eucaristía hacemos unos instantes de silencio y reflexión para pedir perdón de nuestras faltas. Hoy, Juan Bautista, preparando caminos y rutas, nos hace dar cuenta de una culpa que solemos pasar de largo: el pecado de bloquear los caminos del Señor.
Bloqueamos el paso de Dios cuando, con nuestra conducta, con nuestras actitudes, con nuestras palabras o con nuestros silencios, hacemos que los corazones de los hermanos nuestros se cierren a la gracia del mensaje de Jesús.
Anunciar su evangelio nos ha sido encomendado desde el día que recibimos el bautismo, y ratificado cuando el obispo nos confirmó en la fe: lo hacemos, allanando caminos o poniendo obstáculos? Suavizado las heridas o metiendo el dedo en el ojo? Crispando la sociedad o con la paciencia y la alegría de Dios?
A veces ocurre que olvidamos que el seguidor de Cristo ha vencer el mal con la abundancia del bien y que el mensaje evangélico pide un corazón pacificador y una cara risueña. Olvidamos que el mensaje de la Buena Nueva reclama personas gozosas como Jesús, para continuar su obra y desarrollar el amor de Dios en el mundo.
El evangelio de Jesucristo es la suprema verdad y belleza que salva a los hombres, dando testimonio requiere irradiar caridad, bondad, belleza y verdad. Lejos, pues, de nosotros las acusaciones o condenas, las amenazas o los castigos, las censuras, las críticas o los miedos.
Si el Señor no quiere que nadie se pierda y su paciencia con nosotros es infinita, esperando que todos lleguen a convertirse, nuestra manera de vivir debe revestirse con la belleza de la santidad y equiparse con las armas de la piedad y la esperanza cristiana, las únicas armas que pueden llevar paz al corazón del hombre, esperando la llegada de nuestro Señor.