Hoy es Domingo, el Día del Señor

Datos del evento
Tipo: 
Celebración
Fecha: 
19/12/2010 - 12:00

 

DOMINGO IV DE ADVIENTO 

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.

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COMENTARIO:

Abandonarse al estilo de Dios

La  fe en Dios tiene que ser, sobre todo, obediente. Entrega amorosa a su proyecto. Confianza llena en la obra del Espíritu Santo. Aceptación total, decidida y por amor del Amor de Dios, sin pedirle cuentas, sin exigir explicaciones. Aunque no lo entendamos. Aunque nos cause dolor. Aunque aquello que nos pida supere nuestras fuerzas. O rompa nuestros esquemas.

La liturgia de la Palabra de hoy nos quiere ayudar: por una parte, encontramos la respuesta a Dios del rey Acaz, vacilante y miedosa. De la otra, José y María, dos humildes personajes, que ponen en manos de Dios, enteramente, su vida.

El rey no se fía de Dios y su fe vacilante lo lleva a buscar las seguridades humanas. Se resiste a creer en las promesas divinas y busca el apoyo de las protecciones terrenales.

María se entrega completamente a la obra del Espíritu Santo. Con una palabra que lo incluye todo: "¡fiat!". Hágase.

José renuncia a resolver la situación por la vía humana y se entrega del todo al proyecto misterioso de Dios. Con obediencia y silencio: "cumpliendo lo que el ángel del Señor le había mandado".

Fue necesario que los esposos de Nazaret renunciaran a sus planes de vida de familia y se entregaran sin reserva al proyecto de Dios, aunque no lo pudieran comprender, para que la promesa de Dios se pudiera realizar. Y el Hijo de Dios se hiciera hombre. Y la plenitud de la gracia se derramara con desbordamiento sobre la humanidad. Y empezara la era nueva "llena de gracia y de verdad".

Ahora a la Iglesia le corresponde abandonarse al estilo de Dios, y vivir la fidelidad de la fe obediente, para que el poder del Espíritu Santo pueda actuar "sorprendentemente" en la obra del anuncio de la Buena Nueva.