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Hoy es Domingo, el Día del SeñorDOMINGO III DE CUARESMA Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano. Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa. La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquier nacionalidad y religión.
* * * * * COMENTARIO: El agua de Jesús A la hora más bochornosa, la mujer samaritana llega al pozo de Jacob. Necesita agua para saciar su sed. Sentado cerca el brocal encuentra un hombre cansado que también tiene mucha sed. ¡Como es de necesaria el agua para nuestra vida! ¡Y todavía lo es más para nuestro corazón! Desde el mismo instante que Dios les infundió el aliento de vida" (Gn 2,7), hombre y mujer andan por el desierto de este mundo con un deseo ardiente de su Creador, que sólo él puede saciar. De siglos que lo reza el salmo 62: "Tú eres mi Dios, Señor, yo te busco. Todo yo tengo sed de ti, para ti se desvive mi corazón en tierra seca, sedienta, sin agua". Para saciar la sed, todo tipo de sed, siempre hay que rogar. Sin embargo, el pueblo de Israel, comandado por Moisès, en vez de rogar, murmura contra su libertador, y pone a prueba al Señor porque no se fía de él: ¡ha perdido la fe! Ya no confía en Dios y sólo sueña en las abundosas aguas de Egipto, tierra de esclavitud, de aflicción y penalidades. Y ahora estamos allí donde estamos: la humanidad tiene sed, mucha sed. Pero no ruega. Ni busca a su Señor. Se empeña, una y otra vez, en saciar su corazón en pozos secos y en cisternas desecadas. ¿Y nosotros, los creyentes, qué no oímos el ruego de nuestro Salvador que se nos hace encontradizo y nos pide que le demos agua? Que nos hemos vuelto sordos a los clamores de los más pequeños que nos necesitan y nos miran con ojos sedientos, para decirnos: ¿"Dame agua"? ¡Ah, si supiéramos cuál es el don de Dios, como correríamos a pedir el agua de vida para hacer de nuestro corazón de roca un vergel! ¡Y con qué deleite no daríamos acogida y estancia al Espíritu Santo para ofrecer a la humanidad un nuevo Pentecostés! Señor, haced que nuestra sed de Vos sea tan ardiente que encienda todo el mundo del fuego de vuestro amor. Amén. |