Domingo, Septiembre 4 2011

Esdeveniment
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Hoy es Domingo, el Día del Señor

Datos del evento
Tipo: 
Celebración
Fecha: 
04/09/2011 - 12:00

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO 

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.

 

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COMENTARIO:

Centinela del amor

El seguidor de Jesús debe ser un centinela de amor de su hermano. Que vele con cuidado y advierta con ternura. No en nombre propio, sino de parte del Señor. Es un cargo sagrado. Una encomienda llena de finura. Un mandamiento que la responsabilidad, la confianza y la delicadeza se hermanan para convertirse en un encuentro sacramental entre Él, el hermano y tú. Y todo en clave de Reino.

Pablo lo plantea como deuda: la del amor, la única que no acabaremos de pagar nunca. Porque nunca habremos amado lo suficiente, ni servido bastante, ni ayudado lo suficiente, ni perdonado lo suficiente. Y la corrección fraterna se encuentra en la cima de este camino, y por eso exige hacerla con la caridad de Cristo.

En efecto, el deber de advertir y de exhortar, de atar y de desatar, de avisar y de despertar es inherente a querer mucho. Y los cristianos siempre, siempre, seremos deudores de amor. I en el nostre camí, trobem a qui trobem, sempre serà algú que haurem d'estimar amb vigilància i guardar amb amor. Y en nuestro camino, encontramos a quien encontramos, siempre será alguien que tendremos que amar con vigilancia y guardar con amor. Sense oblidar ni perdre mai de vista que la caritat és el tresor que amb més cura haurem de preservar. Sin olvidar ni perder nunca de vista que la caridad es el tesoro que con más cuidado tendremos que preservar. I com a bons sentinelles, sense dormir ni descansar ni defallir mai. Y como buenos centinelas, sin dormir ni descansar ni desfallecer nunca.

Esta última observación nos lleva directamente a la oración. Y nos resuenan cercanas las palabras evangélicas: orad sin descanso, a todas horas, sin desfallecimiento. Ya que en la oración se encuentra la palanca capaz de mover montañas y de transformar los corazones. Por otra parte, es impensable la corresponsabilidad en la Iglesia de Cristo sin una verdadera vida de oración. Sin una permanente inmersión en la intimidad de Jesucristo, para que sean sus sentimiento y no los nuestros que nos empapen y nos hagan amar como él ama.

De la oración en la que Él se hace presente nacerá la caridad y la misericordia para extender la mano al hermano, desde la propia debilidad y pobreza, para que no se aleje y vea la luz para volver al camino.