Domingo, Mayo 1 2011

Esdeveniment
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Hoy es Domingo, el Día del Señor

Datos del evento
Tipo: 
Celebración
Fecha: 
01/05/2011 - 12:00

 

DOMINGO II DE PASCUA

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquier nacionalidad y religión.

 

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COMENTARIO:

Una nueva humanidad

La Pascua de Cristo inaugura una nueva humanidad. La liturgia de hoy nos habla a desdecir: "Como niños nacidos hoy, la leche espiritual del evangelio nos hará crecer". Engendrados a la vida de Jesucristo hemos emprendido una existencia nueva, un modelo novel de vivir, un proyecto de realización personal y comunitaria renovador, donde las prácticas del poder, de acumular y acaparar han sido sustituidas por el compartir, la solidaridad y el amor.

Vivir la novedad de Cristo, como la primera comunidad, implica una decidida determinación para ser constantes: en asistir a la enseñanza apostólica, a poner en común los bienes y a reunirse con los hermanos por la eucaristía y la plegaria. La constancia comporta firmeza, perseverancia, asiduidad. Ser fieles al compromiso, tenaces en la decisión, resolutos en la experiencia comunitaria.

Hay todavía una importante connotación: en la casa los cristianos celebraban la eucaristía y se respiraba un ambiente de sencillez y alegría que lo impregnaba todo, cantaban alabanzas a Dios y su manera de vivir se hacía pegadiza.

Claro está que también había desfallecimientos y defecciones cuando la prueba los visitaba. Como también hay ahora. Por eso Pedro nos anima a mantener la esperanza viva, y nos dice que Dios nos ama tanto que nos hace nacer de nuevo, gracias a la resurrección de Jesucristo. Y que esta nueva vida, más preciosa que el oro, nos da una heredad que nada ni nadie nunca podrá destruir.

A veces nuestra fe en el inmenso amor de Dios se empequeñece tanto que se reduce a la mínima expresión; entonces exigimos ver y tocar, como Tomás. Olvidamos que el amor de Jesucristo no nos deja nunca, que nos lleva su paz y nos perdona siempre, que nos da su Espíritu y nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre. ¿Qué hacemos, pues, de este raudal de vida nueva?