Domingo, Diciembre 5 2010

Esdeveniment
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Hoy es Domingo, el Día del Señor

Datos del evento
Tipo: 
Celebración
Fecha: 
05/12/2010 - 12:00

 

DOMINGO II DE ADVIENTO 

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.

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COMENTARIO:

Es hora de avivar la esperanza

Como cuando la lluvia aviva los sembrados o el viento atiza el fuego que se apagaba, así es la Palabra que nos llega en este tiempo de gracia del Adviento. El espléndido poema mesiánico de Isaías, con la cepa cortada y seca que rebrota inesperadamente, es el paradigma: nuestra fe en Dios puede rebrotar si tenemos el coraje de confiar, de esperar y de fiarnos del todo de su amor, que tiene pensado, desde toda la eternidad y para siempre, para cada uno de nosotros, un sorprendente y maravilloso proyecto. Y el quiere realizar, cueste lo que cueste.

¡Qué lástima, si su llamamiento amoroso nos encuentra dormidos en el desánimo, la rutina o en la complaciente resignación! ¡Sería tan magnífico que nos abandonáramos a su plan, que tuviéramos la audacia de entregarle nuestra voluntad y confiarle el corazón, para que la conversión fuera una realidad y, así, anduviéramos decididos hacia Él toda la vida! El evangelio nos lo reclama con las palabras contundentes del Bautista, que sin contemplaciones nos fustiga las falsas seguridades, la presunción de pensar que ya somos bastante buenas personas, sólo porque no hacemos daño a nadie y somos cumplidores de preceptos.

Vamos errados si pensamos que la conversión es cosa de los otros y no nuestra. Que no somos nosotros los que tenemos que cambiar sino el vecino. Si no hacemos caso de la Palabra que nos quiere instruir, edificar, transformar, rejuvenecer y darnos la fuerza y el consuelo de una esperanza viva, para que Jesucristo se haga presente entre nosotros y su Reino transforme este mundo trastornado.

Tenemos que cambiar de piel. Como el escultor que con la escarpa y el martillo transforma el bloque de roca en una obra de arte, dejemos que Dios, con martilleos constantes, vaya arrancando todo aquello de nosotros que es sobrero o inútil, para que nazca poco a poco su obra esplendorosa.