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Key 1
Hoy es Domingo, el Día del Señor
DOMINGO IV DE CUARESMA Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano. Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa. La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión. * * * * * COMENTARIO: Iglesia, sacramento de reconciliación de los hombres La conversión siempre es iniciativa de Dios y no nuestra. Se trata de un proyecto que tenemos que hacer nosotros por obra de su gracia. Dejando atrás nuestras miserias y abrazándonos a Cristo, que nos lleva hacia la libertad de Dios. Experimentando su perdón y empezando una vida nueva. Un cambio radical. Una verdadera "cristificación". Este "paso" del mundo antiguo al mundo nuevo es un auténtico "éxodo". Un camino que tenemos que recurrir día tras día para llegar a la Pascua. Porque la conversión no es una llegada sino un seguimiento. Tras los pasos de Jesús, llevando nuestra cruz. Si vamos al evangelio, lo sabemos tanto de memoria que hay el peligro de que nos quedemos en la superficie: nos cuesta hacer nuestra la parábola del Padre que siempre nos espera. No acabamos de identificarnos ni con el hijo pródigo, ni con el hermano sin entrañas. Quizás porque no creemos ser ni tan calaveras como el pequeño, ni tan tacaños como el mayor. Y, así, nos quedamos sin haber experimentado las entrañas misericordiosas de nuestro Padre del cielo. Y nos perdemos la fiesta: la loca alegría del Padre que corre a abrazar al hijo que retorna; el vestido mejor, el anillo y el calzado; el manjar del ternero gordo y la música. Nos lo perdemos todo, bajo la dureza de un corazón que sólo ama rutinariamente. Perdidos sin poder celebrar la misericordia del Padre, ni el gozo del perdón de Dios, hasta la Eucaristía se nos vuelve rutinaria y el proceso de renovación cuaresmal corre el peligro de malversarse un año más. ¿Qué hay que hacer? Revisar nuestro compromiso vital con el camino de Cristo, pedir la luz de su Espíritu y poner nuestras vidas, con humildad y amor, al servicio de su Iglesia, sacramento de reconciliación de los hombres. |