DOMINGO XI TIEMPO ORDINARIO
Misa a las 12,30 horas, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.
Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.
La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empuries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y cada uno de los visitantes y participantes de cualquier nacionalidad y religión.
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Lectura del santo Evangelio según san Lucas (LC 7, 36-8,3).
En aquel tiempo un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a su casa y se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora, la cual, al enterarse de que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, se presentó allí con un vaso de alabastro lleno de perfume, se puso detrás de él a sus pies, y, llorando, comenzó a regarlos con sus lágrimas y a enjugarlos con los cabellos de su cabeza, los besaba y ungía con el perfume. El fariseo que le había invitado, al verlo, se decía: «Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca. ¡Una pecadora!». Jesús manifestó: «Simón, tengo que decirte una cosa». Y él: «Maestro, di». «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía diez veces más que el otro. Como no podían pagarle, se lo perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». Simón respondió: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella, en cambio, ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso; pero ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies. Tú no me pusiste ungüento en la cabeza, y ésta ha ungido mis pies con perfume. Por lo cual te digo que si ama mucho es porque se le han perdonado sus muchos pecados. Al que se le perdona poco ama poco». Y dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados comenzaron a decirse: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?». Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; vete en paz». Después de esto, iba por los pueblos y las aldeas predicando el reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas mujeres que había curado de espíritus malignos y enfermedades; María Magdalena, de la que había echado siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le asistían con sus bienes.