Presencia de Maria en nuestra vida

Montserrat es la dulce y luminosa presencia de la Madre en el andar de muchos hombres y mujeres de nuestro pueblo. Y hoy es un día magnífico para dar gracias y para pedir hacernos como ella mensajeros del amor de Dios para los que nos rodean.

Es con Maria que tenemos que ir "decididamente a la Montaña" donde Dios, desde "antes de crear el mundo, por amor" nos ha llamado, y "nos ha elegido para que fuéramos santos, como verdaderos hijos suyos en Jesucristo".

Y como nos tiene que llenar de gozo saber que ella nos enseña a "tener puesta en Cristo toda la nuestra esperanza": sobre todo en momentos de fracaso y de oscuridad; o cuando nos visita la cruz y nos sentimos impotentes; o cuándo tenemos miedo de hacer caso a los llamamientos del Señor.

¡Es un privilegio tener a Maria por madre! Y si Dios "nos ha bendecido en Cristo con todo tipo de bendiciones", sin duda, una de las bendiciones que más nos tiene que llenar de confianza y nos tiene que obtener más fuerza para hacer camino hacia el Padre es la presencia consciente, eficaz y atenta, de santa Maria en nuestra vida.

El camino de la fe está hecho de presencias. Maria es la presencia creyente que siempre vela para llevarnos a su hijo. La encontramos en momentos puntuales en las páginas del evangelio, atenta y vigilante, cuidando de todo el mundo. Está en medio de la comunidad apostólica en Jerusalén, envolviendo con presencia maternal el nacimiento de la Iglesia, y asistiendo a las horas de plegaria.

También ahora, cuando una comunidad ruega, Maria está presente, sin falta, para hacernos más perceptible la luz y la estimación del Señor, para hacernos más dóciles al Espíritu Santo y para encomendarnos aquel silencio interior tan necesario para saber decir "sí" a todo aquello que él nos pide.