A las 7 de la tarde:

Celebración comunitaria de la Penitencia.

Celebración de la Cena del Señor.

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COMENTARIO:

Allá en Palestina, hace dos mil años, se encendió una luz. Un hombre, Jesús, empezó a anunciar una manera nueva de vivir, llena de amor, de entrega personal, de confianza llena en Dios.

Y en nombre de este Dios, que él nombraba Padre, curó enfermos, rehizo espíritus abatidos, proclamó una esperanza nueva para los pobres.

Y por eso, porque tergiversaba demasiadas cosas, porque quería un mundo totalmente renovado, le mataron en el suplicio ignominioso de la cruz.

Nosotros, cada año, en estos días de Semana Santa, recordamos y contemplamos a este Jesús torturado y muerto. Y colmados de fe, afirmamos que Dios le ha resucitado, y lo reconocemos como luz que ilumina toda oscuridad.

Colmados de fe, afirmamos que Jesús es el Hijo de Dios, Dios presente entre nosotros, y queremos seguirle de todo corazón. Porque su camino es el camino de la vida.

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Hoy, Jueves Santo, allí en el cenáculo, Jesús lavó los pies de sus discípulos, como un signo de su entrega. Escuchemos cómo nos deja el pan y el vino como sacramento permanente de su presencia entre nosotros, para acompañarnos toda la vida.