DOMINGO VI DE DURANTE EL AÑO

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.

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COMENTARIO:

  Com un árbol que nunca se marchita o como paja esparcida por el viento.

  La Palabra de hoy nos pide revisar a fondo nuestra vida. ¿Hacia donde se orienta? ¿Hacia donde se decanta? ¿Cuáles son sus cimientos? ¿Sus columnas? En definitiva: ¿en qué puerto tiene anclada la confianza? ¡Bienaventurado si toda tu vida la tienes puesta en manos de Dios! Desgraciado si lo has confiado a los ídolos: el dinero, el poder, la fama, el propio egoísmo. No hay más alternativas: la fe en Dios o la autosuficiencia idólatra.

  En el evangelio encontramos más luz: lo que cuenta de nuestra vida no es la situación en sí misma, sino el lugar donde reposa nuestro corazón. La pobreza que todo lo espera de Dios o la riqueza que todo lo espera del dinero. La indigencia, el hambre, los llantos y sufrimientos que nos hacen abrir el corazón, o el dinero, la saciedad, la seguridad y la buena vida que nos llevan a cerrarnos en nosotros mismos con cerradura y cerrojo. El Magníficat de María lo canta de la manera más bella que nunca se ha cantado.

  Bienaventurados los que lo esperan todo de Dios y se entregan a pedir de boca con confianza llena, con serenidad de ánimo y con gozo interior, llevando la cruz con amor como Jesús. Desgraciados los que todo lo confían en aquello que han guardado en la caja fuerte de ellos mismos y disfrutan sin pensar en nadie más, y del recoger más y más y del vientre hacen su dios.

  La cruz de Jesús es el máximo exponente de pobreza: cuanto más todo su peso lo dejó postrado en el suelo, más firmemente se confió en manos de su Padre. Y su confianza no se vio defraudada. San Pablo nos lo explica con contundencia: la resurrección de Cristo es el cimiento de toda la fe esperanzada de los cristianos. Es el hecho central. Si como él llevamos nuestra cruz, seremos árboles arraigados cerca del agua y no paja esparcida por el viento.

Esta tarde, domingo 14 de febrero en la catedral, el obispo de Girona, Mons. Francesc Pardo y Artigas, conferirá el orden del diaconato con carácter permanente a los tres primeros diocesanos que se han estado preparando y formando para este ministerio. 

Se tracta de Joan Robé, un célibe de la parroquia de Canet de Mar (Maresme); Josep Farrerons, padre de familia de la parroquia de Arbúcies, y Joan Baptista Esteve, casado, de la parroquia de Sant Feliu de Girona.

Ya ordenados tendrán encomendados diferentes servicios pastorales en ámbitos parroquiales y diocesanos.