DOMINGO III DE PASCUA 

Misa a las 12 del mediodía, cantada por los asistentes y con acompañamiento de órgano. Hoy a cargo de Sofía (una de las dos organistas habituales) y de su tia, que también nos ofrecerán unas canciones durante la misa y después a modo de pequeño concierto.

Como siempre, os agradecemos vuestra participación muy valiosa.

La comunidad cristiana de Sant Martí d'Empúries da la bienvenida y recibe con alegría a todos y a cada uno de los visitantes y participantes de cualquiera nacionalidad y religión.

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COMENTARIO:

Nosotros somos testigos

¡El crucificado ha resucitado! Miradle las heridas de las manos y de los pies, palpadle el costado, es El mismo. ¡No tengáis miedo! Su amor por nosotros nos lo hace presente ahora y aquí, en nuestra vida de cada día, en la comunidad, entre nuestra historia.

Con las señales de su entrega, los agujeros de los clavos y el de la lanzada, nos ofrece el don de su paz y nos confirma en la certeza de su presencia. Es el Cristo fiel que el Padre ha resucitado. Que vive y trabaja a nuestro lado. Para darnos fortaleza en la fe, constancia en la esperanza y firmeza en la caridad. Es quien nos llama y nos pide que seamos sus testigos. Para trastornar los caminos del mundo y su historia. Para que, desde Jerusalén hasta los confines de la tierra, por todas partes, llegue el anuncio del evangelio, la conversión y el perdón de los pecados.

Ahora sabemos ciertamente que la humanidad no ha estado abandonada a su suerte, que cerca del Padre tenemos un defensor. Jesucristo, el justo, defiende a los injustos. El Hijo obediente se pone al frente de los hijos pecadores. Pero es necesario acogerle. Creer la Palabra. Abrir los ojos al significado de las Escrituras. Y abandonar para siempre la vida de alejamiento de Dios. Y en su nombre abrazar la conversión y el perdón de los pecados. Para comenzar una vida nueva.

La Pascua es renovación, No un simple recuerdo del pasado. Es una realidad de esta misma mañana. Una fuerza actual que quiere vivificarnos. Transformar nuestra historia. Henchirnos de esperanza. Canviarnos radicalmente. Vivir a fondo la experiencia del resucitado es comenzar a ser mujeres y hombres que aman como Jesús, apóstoles sin miedo, irreductibles al desánimo, portadores de paz y alegría. Porque el mal ha sido vencido para siempre.

Leonardo Dubs Anaya, de Figueres.

¡La enhorabuena a sus padres Cristoph y Carmen y familiares!